Inocencia

PREPARADO PARA RECIBIR

Estás preparado para recibir cuando has dejado de juzgarte y de querer ser alguien diferente de quien en realidad eres. Cuando no cuestionas tu inocencia y no dudas de que mereces. Cuando estás conectado, seas hombre o mujer, a tu energía femenina. Cuando incorporas a tu vida el placer, el juego, el disfrute y la entrega y sacas de ella el sufrimiento, el sacrificio, el sobreesfuerzo y la lucha. Cuando habitas en el presente y no te preocupas por el futuro.

Estás preparado para recibir cuando has encontrado “hogar” dentro de ti. Cuando hay paz y sosiego en tu casa interna, cuando te has liberado del ruido y del murmullo mental. Cuando has dejado de tenerle miedo a tu miedo. Cuando ya no necesitas controlar. Cuando has sido capaz de dirigir tu mirada dentro y de ocuparte de ti. Cuando eres humilde y aceptas ayuda. Cuando has hecho las paces con tu energía masculina, con tu padre, con el biológico y con el divino. Cuando entiendes que si no eres valiente y te atreves a abrirle los brazos a la vida y permitir que te dé lo que te pertenece, no tendrás nada para compartir.

Estás preparado para recibir cuando aceptas que eres hijo de algo más grande. Cuando sientes pertenencia. Cuando no te genera incomodidad que te den las gracias, que te valoren, que te regalen o que te reconozcan. Cuando practicas el autocuidado. Cuando no dudas de que lo tienes todo dentro. Cuando lo aceptas con alegría. Cuando das por hecho que tus deseos son órdenes para el Universo. Cuando has eliminado de tu mente la idea de que si recibes, estarás en deuda.

Saber recibir es el único medio para que podamos dar. Es la forma que tenemos de honrar a nuestra divinidad. Permitirnos ser niños, inocentes, merecedores y dignos, con los brazos abiertos para recibir es lo que nos permitirá cumplir con nuestro propósito de vida. Es lo que nos permitirá entregarnos y dar sin ninguna condición.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Jared Erondu

MERECES

Mereces tener una vida plena y poder manifestar toda tu potencialidad. Mereces sentirte bien, disfrutar y estar paz. Mereces tener un trabajo que te guste y en el que puedas utilizar tus talentos y tus dones. Mereces ser amado y cuidado, escuchado y atendido. Mereces recibir consuelo y apoyo. Mereces tener intimidad. Mereces ser reconocido. Mereces todo el respeto del mundo. Mereces vivir una vida con sentido. 

Mereces ser libre y que el miedo no te atenace. Mereces brillar y dejar de vivir sometido. Mereces poder manifestar todo lo que sueñas y convertirte en creador de tu propia experiencia. Mereces amar y vincularte. Mereces descansar, jugar y disfrutar. Mereces dejar de sacrificarte y de luchar. Mereces todo lo que el Universo desea darte. Mereces los milagros y el bienestar. Mereces la salud plena, la abundancia y toda la prosperidad que puedas imaginar. Mereces una vida llena de oportunidades y vacía de sufrimientos. Mereces sentirte digno e inocente. Mereces, no por lo que haces, sino por lo que eres.

Mereces expandirte y crear. Mereces que tus deseos se hagan realidad. Mereces tener una vida fácil, sentirte seguro y siempre abastecido. Mereces ser escuchado y tratado con cariño. Mereces romance, abrazos, caricias y besos. Mereces vivir consciente y conectado a tu Divinidad. Mereces todo lo bueno y mucho más. Mereces querer y que te quieran. Mereces una vida repleta de experiencias, una vida intensa. Mereces alguien a tu lado capaz de reconocer tu grandeza. Mereces buenos amigos con los que contar. Mereces vivir sin preocupación y sin que tu ego te culpe y te amenace. Mereces toda la felicidad.

Mereces, no por tus sacrificios, tus logros o tus esfuerzos. Mereces por ser parte del Universo, pero si la Fuente desea darte todo lo mejor y tú no estás disponible para recibirlo, entonces el merecimiento pierde todo su sentido. Merecer es sentirte inocente y digno, abierto y receptivo. Es amarte tanto que te permitas vivir como un niño ©

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Alexandros Giannakakis

Photo by Alexandros Giannakakis



UN REGALO

Todo lo que has logrado, todo lo que has conseguido, todo lo que, aún, te queda por conquistar, todos tus desafíos, retos y dificultades, todo eso que sueñas y anhelas, todo aquello que deseas manifestar, todo, ha ocurrido y ocurrirá porque tu Yo Sagrado, tu Divinidad te lo permite, porque forma parte de su plan. Y esto que escribo y comparto contigo, es algo que yo me repito sin cesar.

Para mi mente lógica y racional, para mi ego, afirmar que la vida es un regalo resulta una obviedad, pero la realidad es que saberlo con la mente sirve para poco o para nada, si después, no logro dar un paso más y convertir mi vida en un reflejo de esa consciencia.

Si con la mente ya sabemos de lo grandioso de esta experiencia, después, necesitamos aprender a vivir una vida acorde a esa creencia, y hacerlo, implica abandonar la constante queja, soltar el victimismo, la ausencia de responsabilidad, la culpa y la preocupación. Supone deshacernos de nuestra soberbia, de esa voz que nos engaña diciéndonos que tenemos el control. Vivir la vida desde la certeza de que es un auténtico regalo implica despertar nuestra inocencia y también nuestra curiosidad. Nos pide que le digamos adiós al miedo y que sanemos nuestras mentes tan intoxicadas por falsas creencias. Vivir sabiendo que cada instante es un regalo nos reclama agradecimiento constante, humildad, optimismo, alegría y disponibilidad.

Sentir la vida como lo que en realidad es resulta tan poderoso como transformador, porque todo el peso del ego, todo su intento de control, todo el miedo, la dudas, las expectativas se desvanecen para dejar espacio al agradecimiento y al amor. Y cuando logramos vivir desde ahí, es cuando nuestras experiencias cambian por completo y comenzamos a ver milagros, es cuando fluir adquiere significado, es cuando vivimos el cielo en la tierra, es cuando la fuerza del amor toma las riendas y nuestra vida se convierte en algo mágico y sagrado.

Deseo poder sentir y vivir la vida como un eterno regalo, deseo verla siempre con los ojos de mi niña de tres años, deseo que todos lo consigamos, porque al hacerlo, habremos despertado.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Jeremy Mcknight

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